En esta segunda parte, María Hernández, psicóloga especializada en psicología general sanitaria y deportiva con un estilo de vida basado en el deporte y en el respeto a los animales y medio ambiente, nos responde a cuestiones relacionadas con activismo, veganismo y salud mental.
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¿Por qué es vegana?
Antes de abordar estas cuestiones, le preguntamos a María cómo comenzó a ser vegana para contextualizar esta parte de la entrevista. “Soy vegana desde hace un año y medio, desde que comencé a investigar sobre las condiciones en las que vivían los animales de granjas intensivas. Fue cuando realmente me hice consciente de todo lo que les hacíamos sufrir y de cómo les acortábamos la vida para comérnoslos, sin dejarles otra opción, a pesar de que ellos quieran y se merezcan vivir”, nos cuenta y añade: “En ese momento, hice lo que llamamos “la conexión” con los animales y decidí que ya no quería que en mi plato hubiera sufrimiento; me di cuenta de que estaba siendo especista.”
Como psicóloga deportiva y debido a su estilo de vida, nos explica que buscó “información para ver si podía afectar a mi salud dejar de consumir productos animales, y para mi sorpresa, los estudios de investigación que encontré llevaban a la conclusión contraria, que una dieta basada en plantas mejora muchos indicadores de salud, y que algunas de las poblaciones más longevas, eran veganas. Sinceramente creo que ser vegana ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida.”
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Síndrome de fatiga por compasión
Si nos centramos en las personas veganas, activistas o no, la consciencia de la situación del resto de animales, el bombardeo de imágenes dramáticas… y otro tipo de estímulos hace que, en ocasiones, aparezca lo que se conoce como síndrome de fatiga por compasión. Le pedimos a María que nos lo defina y nos cuenta que “es el estrés resultante de ayudar o querer ayudar a alguien que está sufriendo, es un estado tal de extrema tensión y preocupación por el sufrimiento de aquellos a los que se ayuda, que puede ser traumatizante para el que ofrece la asistencia”. Además apunta que “no se considera una enfermedad mental, sino una respuesta psicológica, aunque si no se le presta la atención necesaria puede desembocar en depresión y otras enfermedades relacionadas con el estrés”.
“La persona va a sentir agotamiento físico, mental y espiritual, y aun así, a pesar del cansancio continua ejerciendo la labor de cuidado”, explica sobre el síndrome de fatiga por compasión y enumera síntomas relacionados con el estrés: “Desde falta de energía, olvidos, problemas de concentración, agotamiento, dolor de estómago o cabeza, ira o irritabilidad, deseo de abandonar, miedo, pesadillas… hasta sensación de vacío o desesperanza hacia el futuro”.
Como profesional considera importante poner foco en el autocuidado y en llevar hábitos saludables, como dormir adecuadamente, alimentarse bien, practicar actividad física y realizar actividades que permitan disminuir el nivel de activación y relajarnos, como la respiración diafragmática, el yoga o la meditación. A esto añade el apoyo social, de familiares y amigos, aceptar las emociones y expresarlas, y, tener expectativas realistas respecto hasta dónde puede llegar nuestra ayuda y qué aspectos no dependen de nosotros/as.
Le pedimos que nos explique en qué se diferencia de trastorno de estrés postraumático (TEPT) y nos cuenta que, aunque comparte mucha de la sintomatología relacionada con el estrés, la principal diferencia es que el TEPT hace referencia al propio evento traumático de la persona, mientras que en la fatiga por compasión la afectación viene por el trauma o sufrimiento de otros.
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Frustración ante la respuesta de la sociedad al veganismo
Otro sentimiento habitual es la rabia ante las injusticias que padecen el resto de animales y la falta de entendimiento, que se puede convertir en odio, hacia las personas que siguen utilizando animales en su día a día cuando tienen información que les podría hacer cambiar, ante esta situación María nos comenta cómo podemos gestionar la frustración que genera comprobar que la sociedad no evoluciona al mismo ritmo que querríamos como personas veganas. “Cada vez me encuentro a más gente que me pide ayuda en ese sentido; ya estoy trabajando en ello para ofrecer talleres que ayuden a gestionar esa frustración, que se da en forma de impotencia o rabia, cuando somos conscientes de que millones de animales siguen sufriendo y no lo podemos evitar.”
“Es importante que aceptemos que hay situaciones que no podemos controlar a nivel individual, como hacer que alguien sea vegano/a, o cambiar la industria; podemos proporcionar información para que la sociedad sea consciente del gran sufrimiento que hay detrás de cada plato o uso animal, pero en última instancia, es una decisión que se escapa de nosotros/as”.
María recomienda que nos pongamos “objetivos que estén bajo nuestro ámbito de actuación y sean realistas, de manera que focalicen nuestra energía y recursos en aspectos que podamos cambiar o mejorar, y que, precisamente la evaluación que hagamos de nuestra contribución, se base en lo que está bajo nuestro control“. Esto nos llevará a evitar “muchas decepciones y frustración, y mantendremos nuestra energía e ilusión para seguir poniendo nuestro granito de arena”, concluye.
María Hernández
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Foto (1) e infografía | María Hernández y fotos (2 y 3) | Madrid vegano