El viernes pasado se presentaba en Madrid el libro “Sufre luego importa” editado por “Plaza y Valdés” y escrito por los filósofos e investigadores de la Universidad de Granada, Francisco Lara y Olga Campos. Marcos de Miguel, director de la editorial, explicaba que en sus títulos buscan personas que escriban con rigor, la mayoría de ellos profesores universitarios y catedráticos, pero que conecten con el gran público. Comentaba que querían un texto serio, aunque accesible a todo tipo de lector interesado en el tema.
Francisco Lara hacía énfasis en que el libro ha sido fruto de un trabajo conjunto y que engloba sus conocimientos y los de Olga Campos. Comentaba que si bien se habían repartido los temas a tratar, después habían debatido sobre lo expuesto en cada uno de ellos.
“No queríamos que quedara relegado al ámbito académico”, contaban sobre su trabajo sobre derechos animales y añadían que, sin prescindir del rigor, querían hacer algo que no fuera territorio de filósofos y que pudiera entender cada persona.
El libro hace énfasis en la importancia que tiene la capacidad de sentir, a lo largo de sus cuatro primeros capítulos. Desmonta a conocidos filósofos como Descartes que aseguraba que los animales eran autómatas que carecían de racionalidad y que no sufrían. Pero no se quedan en los “clásicos”, sino que llegan hasta autores recientes. Reserva sus dos últimos capítulos para tratar el tema de la experimentación y la tauromaquia.
Citando a John Stuart Mill, filósofo que indicaba que todos los grandes movimientos conocen tres estadios: el ridículo, el debate y la aceptación, los autores opinaban que movimiento de derechos animales ya ha superado la primera fase, se encuentra en la de debate y debe dar un paso hacia la tercera.
Olga Campos analizaba que la educación en primaria y secundaria tiene un enfoque ambientalista y no existe una perspectiva sobre los derechos animales, pues los animales no son considerados sujetos de derechos.
Apuntaba que es necesario modificar el currículo escolar para evitar lo que dicen algunos libros de texto sobre los animales: no sufren y no tienen derechos.
Francisco Lara explicaba que hay que superar la ética especista que perpetúa una injusticia cometida a lo largo de la historia de la humanidad y de la filosofía. Es decir, que perjudica de manera arbitraria a ciertos individuos por la pertenencia a una determinada categoría –en este caso a una especie distinta.
La nueva ética es la que apela al principio de igualdad en base al criterio de la capacidad de sufrir. Es decir, no especista y no antropocéntrica.
Aquí analizaban el hecho de que muchas personas comprenden la teoría, pero se frenan a la hora de pasar a la práctica y cambiar su estilo de vida.
Olga Campos apuntaba que cómo evaluar moralmente la muerte, no es una cuestión fácil. “No es moralmente irrelevante para los animales, aunque se les mate de manera “indolora”. Sufren una pérdida cuando pierden su vida”, explicaba. “Si los animales tienen interés en seguir viviendo, hay en juego ciertas capacidades para sentir la pérdida de la vida como un daño por parte del resto de animales”, enfatizaba.
En el tema de la experimentación, señalaban que la discusión va más allá de si debemos utilizar animales y que es una cuestión normativa. Confesaban que comparar vidas es un tema complicado y que había sido lo más difícil de tratar en el libro.
Mientras que sobre la tauromaquia aseguraban que como filósofos ven una incoherencia en las leyes que protegen contra el maltrato animal.
Los argumentos que dan los legisladores para excluirla de esta categoría son dos: arte y tradición. Cuestionando estos dos argumentos se pone en tela de juicio ese carácter excepcional y eso es lo que hacen en “Sufre luego importa” en el que experimentación y tauromaquia ocupan los capítulos quinto y sexto.
“La ética limita porque se trata de valores, pero aporta razones para que la gente se comprometa con algo. La educación puede hacer que estas ideas se acepten mejor”, comentaban y Lara introducía que no siempre se debe empezar por los sentimientos, sino por la razón.
Explicaba que se puede llegar al movimiento por los derechos animales a través de la racionalidad, algo que le sucedió a él, o mediante la empatía.
En el libro se puede leer la siguiente cita que resume su espíritu: “No dañar a todo aquel que pueda ser dañado” y por lo tanto, asumir como principio ético la “no violencia”. “Sufre luego importa” ayuda a construir la cada vez más extensa bibliografía antiespecista y se postula como una herramienta didáctica al alcance de cualquier de lector que desee conocer las bases de movimiento animalista o fortalecer su argumentación contra el especismo.
Fotos | Madrid Vegano