El impacto de imágenes violentas es un tema controvertido que ha dado pie a opiniones distintas sobre cuál es la mejor manera de proceder para que un movimiento consiga que más personas se unan a él. Un reciente estudio publicado en Emotions: History, Culture, Society “Shocked or Satiated? Managing Moral Shocks Beyond the Recruitment Stage” de Corey Lee Wrenn se adentra en este asunto.
El estudio explora la tendencia de los activistas a desconectarse de los impactos morales como medio para gestionar emociones difíciles como la fatiga por compasión, el agotamiento y la angustia psicológica. Si bien muchos de los encuestados ven la utilidad de los impactos como una herramienta para conseguir extenderse, consideran su propia exposición para proteger su salud mental y la sostenibilidad de su activismo.
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El impacto de imágenes violentas en la salud mental de los activistas
La autora realizó entrevistas cualitativas por correo electrónico a activistas recientes y activistas de largo recorrido en el movimiento occidental por los derechos de los animales y descubrió que los activistas más veteranos, en general, evitaban activamente exponerse a impactos morales. La mayoría de los activistas informaron que se sentían traumatizados o desmoralizados por la exposición, sobre todo aquellos que han estado en el movimiento durante cinco años o más. Sin embargo, sí que veían la utilidad de estos impactos a la hora de hacer crecer el movimiento.
Entre sus conclusiones, Corey Lee Wrenn comenta la necesidad de realizar más investigaciones para determinar la utilidad y el impacto de imágenes violentas para movilizar al público y defender eficazmente a otros animales. Pero también sugiere que se necesita mayor atención al apoyo emocional de los activistas, especialmente para aquellos que llevan más tiempo.
“La exposición repetida a representaciones violentas del especismo puede provocar fatiga por compasión y sufrimiento psicológico. Si bien esto es ciertamente perjudicial para los propios activistas, también constituye una desventaja para el movimiento en general, ya que si los activistas se sienten traumatizados, impotentes y agotados, no es probable que sean una fuerza eficaz para el cambio social”, añade.
Tácticas feministas compasivas e inclusivas
“Sostengo que la fuerte dependencia de imágenes violentas en el movimiento occidental por los derechos de los animales no humanos refleja ideologías y estrategias de movimiento patriarcales. La violencia se normaliza como problema y solución al especismo, se espera que la exposición de los activistas a la violencia especista desencadene una respuesta machista salvadora, y el sufrimiento personal en esta “guerra” contra el especismo se descarta como irrelevante. Sugiero que una mayor investigación sobre tácticas feministas más suaves que abracen la compasión y la inclusión podría resultar relevante para construir un repertorio activista sostenible“, concluye la autora.
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